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Imagen de articulo sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo, que se titula La cronicidad del TOC. Cuya descripción es Razones por la que el TOC es una enfermedad crónica y discapacitante
Articulo

La cronicidad del TOC

Razones por la que el TOC es una enfermedad crónica y discapacitante
Cinthia Aguirre R.
Cinthia Aguirre21 de enero del 2023

Los efectos agravantes del sufrimiento en el TOC

Desespeación, intolerancia y compulsiones

Cuando quienes padecen de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) llevan un largo tiempo enfermos, no solo comienzan a ver sus vidas interrumpidas por sus compulsiones al punto en que entienden que necesitan ayuda profesional, sino también ven sus vidas inundadas de sufrimiento producto de síntomas angustiantes e incluso dolorosos como la ansiedad, pánico, dolores musculares, tensión, etc. Comienzan a ver además como es que sus vidas se les escapa de las manos, y muchas cosas que hubieran querido hacer ya no pueden hacerla. Pronto, comienzan a entrar en una etapa de desesperación, dado que todos sus intentos de aliviarse para poder continuar con sus vidas han fracasado. En su sufrimiento y desesperación, buscan incesantemente ayuda en medicamentos, terapias alternativas, consuelo de seres queridos, información en internet, etc. pero ninguna de estas búsquedas rinden fruto. Mientras sus vidas se ven consumidas, comienzan a desesperarse cada vez más y más, y con ello, desear con más fuerza el querer desprenderse de todos sus síntomas que a su juicio causan dicho sufrimiento, como los pensamientos intrusivos, la ansiedad, las compulsiones, los síntomas fisiológicos y motrices, etc. Pero paradójicamente, cuanto más desean hacerlas desaparecer, más cavan el agujero obsesivo-compulsivo que los está matando lentamente. Como se ha estudiado en otras lecturas y talleres, la intolerancia es el punto de vista subjetivo de cada persona ante un estímulo o situación, que les hace pensar que no son capaces de soportar su ocurrencia por las consecuencias que les traerían. A veces solo la idea de no poder soportar un dolor intento es suficiente para percibirnos intolerantes y querer evitar a toda costa padecerlos, pero también se puede ser intolerante a situaciones abstractas, sociales y culturales, que se crea que de vivirlas, les conllevará a un sufrimiento del cual no podrán recuperarse. Pero esta intolerancia al ser un punto de vista, cambia con el tiempo a medida que las personas cambian la perspectiva con la que ven las cosas. Es por ello que si una persona entra en un estado de desesperación tratando de desprenderse de sus síntomas como pensamientos, ansiedad o compulsiones, más intolerantes a ellos se está volviendo inconscientemente, pues con más energía percibe que no los puede soportar en su vida por las consecuencias catastróficas que no solo está viviendo actualmente, sino también las que percibe que vendrán a futuro igual o peor producto de ellas. Cuanto más intolerante es una persona a una amenaza percibida, mayor necesidad de control siente que necesita, dado que si uno quiere prevenir una amenaza, evidentemente debe ejercer alguna forma de control sobre ella de modo de evitar que suceda. El problema es que la persona está enferma justamente porque la naturaleza de las amenazas intangibles a las que teme, no tiene una forma de control por la manera en la que se han concebido, y cualquier intento de control, no solo será inútil, sino que en la mayoría de ocasiones totalmente contraproducente, pues es el mismo control que se ejerce el que causa la amenaza que supuestamente se quiere percibir, solo que los pacientes no han podido percatarse de ello. Hay que entender que toda forma de control que se ejerza sobre estas amenazas con la idea de encontrar alivio, son lo que llamamos compulsiones, y son las compulsiones lo que verdaderamente hace que una persona con TOC esté enferma, no los pensamientos intrusivos ni los síntomas fisiológicos. Por consiguiente, cuanto más la persona entra en desesperación, más intolerante se vuelve, pero ello causa que desee ejercer aún más control sobre sus miedos, lo que hará que compulsiones con aun más fuerza, y justamente eso lo enferme aún más. Lo anterior hará que la persona entre en un círculo vicioso de creciente gravedad donde más compulsiones lo harán más enfermo y más desesperado por compulsionar.

Diagnostico y diferenciación

Cuando las personas con TOC finalmente llegan a ser diagnosticadas, así sea por ellos mismos al sentirse identificados con los síntomas descritos en internet, o a través del diagnóstico oficial de un psicólogo o psiquiatra profesional, comienzan a entender que el sufrimiento que han estado padeciendo ha sido causa de que ellos a diferencia del resto de la población normal, están enfermos mentalmente, lo que hará que el diagnostico se convierta en un arma de doble filo. Ser diagnosticado implicará que por fin pueda buscar un tratamiento adecuado para poder tratar su problema. El problema es que las personas no suelen entender que se necesita una profunda especialización y experiencia con el TOC para poder tratarlo, por lo que podrían pasar varios años antes de encontrar un verdadero especialista. Mientras tanto, la persona tendrá que sufrir los efectos adversos de su diagnóstico. Cuando una persona con TOC es diagnosticada, cambia radicalmente la forma en que suele percibirse a sí mismo. Si en algún momento la persona se sintió semejante al resto, esto ya no será así, y si nunca se ha sentido igual, ahora se sentirá aún más diferente en el mal sentido. Percibirse como una persona enferma mentalmente, hará que se diferencie del resto de la población “normal”, e inconscientemente empiece a cuestionarse su propia salud mental de formas que anteriormente no lo habría hecho. La persona comenzará a prestar más atención a sí mismo, como sus pensamientos o sensaciones internas, con las base sesgada de que estas no son normales. Lo anterior hará que comience a cuestionarse que pensamientos son normales o no, que sensaciones una persona puede o no tener, etc. infiriendo normalidad de forma totalmente arbitraria sin darse cuenta. Todo esto propiciará que sea más probable que se le ocurran nuevas obsesiones, debido a la excesiva atención que le prestará a sus propios pensamientos, con miedo a que nuevos pensamientos obsesivo o pensamientos “anormales” aparezcan en su mente y le causen aún más daño. La idea de sentirse diferente al resto en un sentido negativo, y de catalogarse como una persona trastornada, hace que los pacientes de TOC comiencen a dudar mucho de su propia salud mental y autocontrol. La cultura y la desinformación les ha enseñado que es posible que las personas enfermas mentalmente puedan hacer daño a sus seres queridos, hacer cosas que no quieren y perder el control. También aprenden que existen muchas otras enfermedades mentales como la esquizofrenia, psicosis y delirios. Todo lo anterior hace que junto con la alta desconfianza en su propia salud mental, comiencen a tener miedos nuevos que probablemente antes no tenían, que guardan estrecha relación con la salud mental, como “miedo a volverse loco”, “miedo a pensar cosas obscenas”, “miedo a perder el control y hacer daño a sus seres queridos”, “miedo a pensar cosas que jamás pensarían de otros”, y así indefinidamente. Todo esto terminará por hacer que adquieran nuevos tipos de TOC que antes probablemente no tenían como TOC de locura (temor a volverse esquizofrénico), TOC de impulsividad (perder el control y hacer daño), TOC de amor (serle infiel a su pareja contra su voluntad), TOC existencial (temer no estar viviendo el presente), y sobre todo TOC puro, que es uno que se caracteriza porque todas las compulsiones se realizan en la mente. Finalmente, el diagnostico termina por agravar la percepción de vulnerabilidad que tienen las personas con TOC de sí mismos. Recordemos que cuanto más vulnerable se perciben a sí mismos, más probable sienten que las cosas malas les van a ocurrir, por lo que sobredimensionan las posibilidades de eventos catastróficos, obligándolos a compulsionar con aun más fuerza.

Profecias autocumplidas

Las personas con TOC a medida que más enferman, comienzan a entender que sus problemas aparecen cada vez que “recuerdan” sus miedos, o se les ocurren otros nuevos. Es por ello que llegado a ese punto, comienzan a estar muy atentos a sus propios pensamientos por miedo a que recuerden o ingenien un nuevo pensamiento intrusivo. Lo anterior no hace más que agravar el problema, dado que nosotros para poder prevenir algo que tememos, debemos primero saber qué es eso que queremos prevenir. Cuando el paciente teme pensar cosas malas nuevas, inconscientemente su mente buscará el tipo de cosas que justamente él no quiere pensar, de modo de poder “prevenir pensarlas”. Una profecía autocumplida. Lo mismo ocurrirá cuando tema recordar sus miedos, pues entonces su mente buscará saber que era eso que no quería recordar, de modo de poder ejercer el control de “no pensar”, lo que hará que justamente recuerde sus pensamientos. Al final, esta preocupación por la aparición de pensamientos no hará más que agravar el problema. Lamentablemente el paciente no tiene por qué saber esta cualidad, y de hecho, no la sabe, pues por algo es que cae en el circulo vicioso en primer lugar. Cuestiones supersticiosas o frases comúnmente dichas aunque ignorantes en la cultura como “controlar tus pensamientos” o “dejar de pensar voluntariamente”, son frases que crean una percepción errónea de la realidad y enseñan un control que no existe en verdad.

Estilo de vida enfermizo

Muchos de los pacientes con TOC al tener miedos como de enfermarse con gérmenes en el exterior, dejar la estufa prendida al salir, atropellar a alguien accidentalmente, o cualquier miedo relacionado a la idea de salir, terminará por hacer que estos se encierren en sus hogares o cuartos. Lo anterior tendrá un efecto negativo a largo plazo en su trastorno. Cuanto más tiempo una persona pase sin distraerse con hobbies, quehaceres, tareas, amigos y entretenciones en el mundo exterior, más tiempo pasará la persona en casa con la mente desocupada, libre para poder pensar en sus miedos que le consumen. Cuanto más tiempo estén encerrados, más tiempo le dedicarán a sus obsesiones, y más difícil les será dejar de pensar en ellos, y por consiguiente, aun mas difícil les hará poder salir y disfrutar de la vida a pesar de estos. Mas tiempo obsesionados en sus cuartos implicará también más tiempo compulsionando, lo que les hará sentir aún más ansiedad, y con ello querrán librarse aún más de sus pensamientos creyendo que estos son los causantes de dicha ansiedad, agravando el circulo vicioso. Finalmente, más tiempo encerrado hará que tengan una calidad de vida deficiente, que los deprima y prive de otros placeres de vivir, lo que hará que sientan aún más fuerte el sufrimiento causado por su diagnóstico, y entren en aun más desesperación y deseos de compulsionar a futuro.

Los efectos contraproducentes de las compulsiones

Compulsiones y autoconvencimiento

El autoconvencimiento funciona ejerciendo una acción que previene la ocurrencia de un suceso que permita que nuestra percepción sesgada acerca de este se vea cuestionada por la imposición de la realidad. Lo que hará que mantengamos nuestra percepción inicial y esta afecte el resto de ocurrencias futuras al percibirlas bajo esta base sesgada. Cada vez que un paciente con TOC ejerce una compulsión, mantiene presente la creencia catastrófica que hizo que en primer lugar quisiera ejercerla, dado que cuando la haga, a su percepción, la amenaza que él mismo concibió en su mente ha sido prevenida. Todo esto hará que sea imposible que alcance a percibir los datos que la realidad le imponga de no ejercer su control, y le permita verificar que su percepción de catástrofe era incorrecta. Cuando la persona mantenga su sesgo que le hace catastrofizar su vida, permitirá que este altere la percepción de ocurrencias futuras, lo que hará que perciba falsamente que tenía razón. Por ejemplo: al ejercer su compulsión y “evitar que la amenaza suceda”, verá que al cabo de un rato nada ocurrió, pero como persiste su sesgo inicial, asociará que aquello ocurrió debido a su acción. Sin embargo, si no ejerce control preventivo, la base con la que percibe su situación se verá cuestionada con esta nueva información, pues si sus premisas para actuar eran “no prevenir la amenaza implicará que esta me afecte”, y que “si la amenaza me afecta es porque es real”, el que no haya ocurrido nada hará que la primera afirmación se vuelva falsa, y que no prevenir la amenaza no hará que le afecte, y si no le afecta, implica por su segunda afirmación que esta no es real. Dicha base sesgada no podría haber sido tumbada si la persona hubiese prevenido la supuesta amenaza. Otra manera en que las compulsiones terminan por autoconvencer, es debido a que prevenir las amenazas, le priva de averiguar que dicha amenaza no es real, lo que le hará persistir con la idea de que esta anda por ahí, y haga que muchas vivencias futuras las asocie a causa de esta supuesta amenaza. Por ejemplo: una persona que teme a los gérmenes y morirse a causa de ellos. Esta persona bajo el sesgo de que está en peligro por los gérmenes, estará atento a donde es que estos gérmenes podrían presentarse, lo que hará que inconscientemente idee supuestas formas arbitrarias e imaginarias en que esto ocurra, y comience a ver gérmenes donde antes nunca los vio. Cada vez que evite tocar gérmenes o se lave las manos pensando que se ha salvado, permitirá que su percepción acerca de la peligrosidad de los gérmenes o su idea de donde se encuentren a su alrededor persista en el tiempo. Lo que hará que a futuro siga viendo gérmenes en todos lados, convenciéndose aún más de que los gérmenes están ahí y que pueden hacerle daño. En resumen, cada compulsión autoconvence a la persona tanto de la efectividad de esa compulsión como de la existencia de sus miedos. Aunque por supuesto, ambas son ideaciones de la persona y no son reales.

Fracasos confrontacionales

Cada vez que los pacientes de TOC tienen una falta de determinación a la hora de decidirse confrontar sus miedos, estos perciben que la amenaza se ha intensificado producto de su decisión, y desisten de continuar, volviendo a compulsionar. Esto a la larga comienza a entregar un historial de fracasos confrontacionales que terminan por convencer a la persona que es incapaz de confrontar. Al hacer esto, opta por ceder completamente a sus compulsiones, y entregar el tiempo que haga falta para dedicarles a estos, tanto para evitar el sufrimiento que cree que le hará pasar intentar confrontar y fallar, como su convencimiento de que sencillamente no es capaz de hacerlo tampoco. Está demás decir que tal convencimiento no hará más que empeorar su trastorno, dado que dejará que sus compulsiones consuman su vida sin tener ningún ánimo de cambiar su conducta para siempre. Finalmente, saberse incapaz de confrontar sus miedos aumenta la intolerancia y con ello la necesidad de encontrar control. Este tipo de conducta mantenida en el tiempo crea hábitos fuertes. La indisposición de la persona a tratar de cambiar su conducta tanto por lo que quiere evitar como su convencimiento de su incapacidad para confrontar, hará que exista cero resistencia a realizar sus compulsiones, y para ahorrarse la mayor cantidad de energía y malestar posible, ideará formas de minimizar su sufrimiento haciendo de sus compulsiones actos ritualisticos que se vuelven un hábito y un estilo de vida a largo plazo. La persona crea estos rituales de modo de anticiparse a la ocurrencia de posibles pensamientos intrusivos y solucionarlos en el acto o antes que aparezcan, y así en su mente, ahorrarse tiempo y energía. No obstante, esta conducta ritual cada día consume más y más a la persona, mermando su calidad de vida, aislándolo del resto de personas debido a sus conductas atípicas, y aprisionándolo más dentro de un comportamiento que cada día querrá desprenderse más y más, pero con una resistencia cada vez mayor de querer cambiarla.

Compulsiones y umbral de tolerancia

Recordemos que la tolerancia es un punto de vista. Llamamos el umbral de tolerancia a ese nivel de intensidad subjetiva de una amenaza, de la cual sobrepasada esa intensidad, la persona se percibe intolerante e incapaz de soportarla. Sucede que cada vez que una persona compulsiona, se convence más de su incapacidad de poder lidiar con la amenaza, bajando el umbral de tolerancia. Sucede también que en su convencimiento de su incapacidad para confronta, y sus deseos de ahorrar tiempo y energía, compulsione con cada vez mayor rapidez, incluso ante amenazas de intensidades aun menores a las que anteriormente había tolerado. Con lo anterior, el umbral de tolerancia baja aún más, pues la persona si no quiso tolerar el nivel de amenaza que percibió en ese entonces, aunque sea menor que otras anteriores, tampoco percibirá que podrá con las siguientes. Al final, cuanto más ritualisticas se vuelven sus compulsiones para ahorrarse malestar, más abajo estará el umbral de tolerancia.Cuando el umbral de tolerancia baja, hace más probable que a futuro uno vuelva a compulsionar, pues las amenazas con menor intensidad son más comunes de percibir, mientras que lo contrario ocurre con amenazas de alta intensidad. Cuando la persona ha bajado mucho su umbral de tolerancia, cualquier amenaza relacionada a su miedo, por más pequeña que se perciba, será de una intensidad intolerable para la persona, haciendo que compulsione hasta con las sensaciones o miedos más pequeños. Agravando aún más sus síntomas.

Efectos del paso del tiempo

Calidad de vida

A medida que pasa el tiempo y los síntomas del TOC empeoran en la persona por todo lo anteriormente mencionado, la calidad de vida se va reduciendo notablemente. Lo anterior hace que el sufrimiento de la persona crezca notoriamente y su desesperación entre en juego, haciendo que su deseo de sentirse bien siempre lo haga ser intolerante a todo tipo de malestares, se vuelva más ansioso, más irritable, sensible, deprimido, entre otras comorbilidades. Sufrir en exceso y por un periodo prolongado, vuelve a la persona intolerante a casi todo que pueda percibirse malo, incomodo, amenazante o desagradable, haciendo que intente tomar control de todos los aspectos de su vida con tal de nunca sentirse mal, y por tanto, multiplicando sus compulsiones considerablemente y con ello empeorando aún más su calidad de vida. Cuanto más tiempo pase, mayores conexiones en el cerebro crea la base sesgada con la que percibe su vida, entiéndase: ideas como “las cosas malas me pasan a mí”, “me voy a enfermar”, “soy diferente al resto”, etc. Esto conlleva a que cada día que pasa, haga más frecuente nuevas ocurrencias que se alimenten de esta base sesgada de percepción, lo que hará que sea más fácil obsesionarse con cosas nuevas a futuro, pues todo te recuerda a tus miedos, y será más fácil acordarte de todos tus miedos si estos han sido parte significativa de tu vida por varios años.

Sucede que muchas veces algunas obsesiones pueden llegar a durar muchos años. Cuanto más tiempo una persona con TOC pase obsesionada con un solo tema en particular, mas este tema afecta su vida y más significativo se vuelve, por lo que se hace cada vez más fácil recordarlo y perpetuar sus conductas compulsivas posteriormente. Además, cuanto más tiempo pasa obsesionado con un solo tema, más desesperada una persona se vuelve con tratar de sacarlo, pues se da cuenta que cada día que pasa, esta obsesión consume aún más su vida, pero como ya sabemos, cuanto más quiera sacarse la idea de la cabeza más se le pegará en su mente, lo que hará que cada día, mes o año que pase, más fuertemente estará su idea pegada en la mente. Ha pasado incluso que existen personas que llevan más de 20 años obsesionados con un mismo miedo, y esto ha sido porque cada año que pasaba, más sus vidas se veían afectadas por ese miedo, y con aun mayor razón la persona deseaba olvidarse de ellos, haciendo que aún mas se quedasen.

Convicciones

Los niños con TOC son más fáciles de tratar que los adultos. Esto ocurre debido a que los niños tienen muy poco desarrollado sus sistemas de creencias, entiéndase, el conjunto de creencias que determinan como nos percibimos nosotros y al mundo. Lo anterior hace que sea muy fácil y rápido desprogramar las creencias mal-adaptativas que un niño pudiese haber adquirido a lo largo de su corta vida. En contraste, un adulto, cuanto más años tenga y más tiempo lleve enfermo, más fuertemente cableadas estarán todas sus creencias mal-adaptativas en su mente. Mas convencida está la persona de su perspectiva sesgada de su vida, de cómo se ve a sí mismo y al mundo. Por lo anterior, se hace más difícil de convencer a la persona de que sus creencias mal-adaptativas son una ilusión, porque en una mente madura, es más probable que existan formas de cómo defenderse ante argumentos con nuevas ideas que le surjan para explicar su postura sesgada. El “¿...y si?” clásico de las personas con TOC se vuelve más común ante cada argumentación que el terapeuta intente dar. También, porque a medida que una persona mantiene una misma conducta en variadas circunstancias de su vida, hace más ardua la tarea de cambiar tanto la forma de pensar como de comportarse ante cada una de las diferentes circunstancias mentales o físicas que se pueda presentar a futuro. Finalmente, las supersticiones y creencias mal-adaptativas en una persona madura, definen gran parte de lo que es, como se define y como piensa, por lo que cambiar esas características no es fácil, y presenta una oposición de la misma persona enferma.

Diferenciación

Cuanto más tiempo enferma esté una persona con TOC, más diferente al resto se sentirá, lo que hará que se perciba más vulnerable al mundo y las amenazas, debido a la forma negativa con la que se autopercibe. Lo anterior hará que la persona perciba como más probable que cosas malas le vayan a pasar, sobre todo respecto a su salud mental, aunque esto puede ser ante cualquier tema. Esto hará por ejemplo que tenga miedos más convencidos acerca de empeorar su salud, o enfermar de otras comorbilidades mentales, o que desgracias externas le ocurran por su mala suerte, etc. Todo lo anterior debido a la imagen diferenciada que tiene de sí mismo con el resto. El diferenciarse hace sobre todo que la persona no se perciba a sí misma como “normal”, obviamente asociando que dicha anormalidad le traerá sufrimiento. Pero, ¿Qué es ser normal?, ¿Ha vivido otra vida para saber que es ser normal?, no, y por lo tanto cualquier inferencia que haga acerca de lo que es y no normal será una invención propia inconsciente que haga. Lo anterior, sumado al autopercibirse como una persona anormal en el mal sentido y una persona enferma, hará que comience a prestar atención a todos sus pensamientos y síntomas, atento a cualquier anomalía que el mismo interprete como tal, y por tanto haciendo que sea más probable que encuentre algo que piense que es una amenaza de sí mismo, como un pensamiento anormal, o sensaciones anormales, y quiera evitar compulsionando aún más. Mucho tiempo viviendo enfermo hace a uno cuestionarse como era vivir con normalidad. Los pacientes suelen decir muy seguido que “ya no saben que es ser normal”, pues llevan demasiado tiempo manteniendo una conducta enfermiza y obsesiva. Esto hace que se cuestionen casi todo acerca de su conducta, el cómo miran, como viven el presente, como escuchan, como aman, como hablan, entre otras preguntas existenciales que no tienen una respuesta, y que hace que caigan en obsesiones cada vez más abstractas, intangibles e inconsolables. Suele suceder que a medida que pasa el tiempo, las obsesiones de las personas con TOC sean más abstractas y difíciles de explicar, incluso llegando al punto en que las personas acusan estar obsesionadas de “nada”, y dicen “no saber explicar” lo que les obsesiona.

Comorbilidades

A medida que pasa el tiempo y el sufrimiento de la persona con TOC se va acumulando, comienzan a aparecer síntomas comórbidos. La depresión es común en la mayoría de pacientes con TOC, y esa es de carácter exógena, es decir, cuya causa se debe a factores externos relacionados a la situación particular que está viviendo el paciente, y no a factores endógenos que guarda relación con la genética o neurotransmisores. La depresión no es la única comorbilidad, ocurre también muy seguido las crisis de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, estrés, insomnio, tricotilomanía, TICs, etc. Cada uno de estos síntomas de comorbilidad aparecen debido a los síntomas del TOC y las conductas compulsivas. Las comorbilidades terminan por empeorar el mismo TOC, debido a que la persona se ve sobrepasada por su situación desbordada de problemas de ansiedad, sueño, autolesión, etc. lo que la vuelve aún más desesperada por desprenderse de cada una de ellas, haciendo que busque formas de control, y persistan aún más sus compulsiones. Sin mencionar, que padecer tantas comorbilidades autoconvencen a la persona de su percepción de vulnerabilidad, haciendo más probable nuevas obsesiones. Además del TOC, las personas con esta enfermedad suelen en muchos casos adquirir otras enfermedades comórbidas que tienen su razón a causa de los síntomas, las compulsiones, y sus consecuencias en la calidad de vida del que sufre. La discapacidad laboral o académica, la disfunción sexual debido a la alta ansiedad en las relaciones sexuales, las inseguridades que causan peleas y quiebres en pareja o familia, etc. Causan sentimientos de desesperación y angustia que conllevan a más ansiedad, depresión, TICs nerviosos, crisis de pánico, malestares estomacales, calambres, dolores de cabeza, migraña, y en algunos casos pensamientos suicidas. La desesperación causada por no encontrar la ayuda correcta, o el perder la esperanza de encontrar alivio dado que cuando más uno quiere sentirse mejor peor se siente, o el temor a dejar las cosas tal cual están por las consecuencias catastróficas que los pacientes anticipan, o los medicamentos inefectivos, las expectativas inalcanzables, la calidad de vida deficiente, la angustia, el cansancio, etc., provocan poco a poco que la idea de continuar viviendo se perciba como un sufrimiento sin escapatoria, y comiencen a pensar en el suicidio más y más. Este decaimiento no es permanente, pues en cuanto las personas con TOC comienzan a hacer su terapia al pie de la letra, aunque al principio se vuelva un desafío doloroso, a largo plazo la persona comienza a ver un mejoramiento sustancial en su calidad de vida, y comienza a recobrar las esperanzas de una recuperación total, siempre y cuando las expectativas de lo que signifique curarse sean las correctas.

Pasatiempos

El desarrollo y agravamiento del TOC crea todas las condiciones para que quien las sufre vea afectada su vida profesional, estudiantil, familiar, de parejas o amigos. Es muy común ver en las personas con TOC, sobre todo aquellas con un TOC más severo, que no logren terminar sus estudios, congelen constantemente o cambien de carrera debido al agotamiento físico y mental que los estudios les provocan, pero por sobre cualquier cosa, por el agotamiento y sufrimiento que el trastorno les causa, y que les priva de la posibilidad de poder rendir las materias a tiempo, ser puntuales, limpios, ordenados, etc. Es común que las personas con TOC tengan un IQ superior al promedio de las personas, y que esto les juegue también en contra respecto al trastorno, dado que las personas con TOC usan su intelecto tanto para encontrar problemas como para idear formas de buscar control. Ambas causantes de agravar su enfermedad. Aun así, ser más inteligentes que el promedio no evita que lleguen a fracasar en sus profesiones o estudios debido a los efectos del trastorno en ellos. El trabajo también se ve obstaculizado. Los pacientes suelen no poder cumplir con su trabajo debido al agotamiento que las compulsiones entregan, o por el tiempo excesivo que les tarda hacerlo. También, debido a que la conducta de muchas personas con TOC en público tiende a ser anormal a vista de los que les rodean, por lo que las conductas de los pacientes termina incomodando a los colegas con quienes trabajan, y por lo general esto influyendo negativamente en la mantención de su trabajo a largo plazo. A medida que el trastorno empeora, las personas con TOC suelen encerrarse y aislarse del mundo y de las personas, con tal de ahorrar la mayor cantidad de energía y sufrimiento posible de las potenciales amenazas que creen percibir, y de los síntomas de angustia y ansiedad que sufrirían de salir y convivir. Esto al final solo empeora sus síntomas, dado que los deprime, les da más tiempo para pensar en sus obsesiones, y conlleva a un sentimiento de angustia y desesperación aun mayor, haciendo más urgente la necesidad de control.

Contagio de obsesiones

A medida que pasa el tiempo las personas con TOC comienzan a notar que las frases que otras personas pudiesen decir ocasionan nuevos miedos en ellos mismos. Para evitar nuevos males, andan muy a la defensiva e irritables cuando conversan con personas, por miedo a lo que estas puedan decir que pueda gatillar una nueva obsesión en ellos. Por ejemplo, si una persona con TOC de agresividad, escucha a un familiar suyo decir en broma “igual me dan ganas de darle coscorrones a mis hijos”, la persona con TOC generalmente interpreta que escuchar eso podría hacerlo a el mismo querer agredir a sus hijos, por lo que una vez escuchado esto, comienza a obsesionarse con una nueva idea, tratando de quitarse esa idea de la cabeza y discutiendo consigo mismo con la idea de convencerse de que no es posible que haga algo parecido. A la larga, las personas comienzan a estar siempre a la defensiva de lo que otros dicen por temor a adquirir una nueva obsesión, lo que causa un efecto contraproducente, pues con una base sesgada interpretan lo que otros dicen de forma negativa y añadiéndole una interpretación catastrófica que no le adjudicarían si no estuvieran a la defensiva. No solamente temen contagiarse de nuevas obsesiones por lo que digan otro, sino también están cada vez más temerosos de ocurrirse una nueva idea obsesiva que los enferme más. Y como ya sabemos, temer encontrar hace que inconscientemente busquemos y encontremos. Las personas cuanto más temen pensar en cosas malas nuevas, nuevas cosas su mente se les ocurre, porque como hemos dicho varias veces, necesitamos saber qué es lo que queremos evitar para primeramente poder evitarlo. Finalmente, los pacientes también temen contagiarse de las obsesiones de otros pacientes con TOC. Esto ocurre dado que por lo general, comienzan a adjudicar el origen de sus males a la presencia y persistencia de pensamientos negativos, y no a factores externos. Por lo que por temor a tener una nueva idea fija en la cabeza, temen escuchar las obsesiones de otros para evitar que estas también se les queden fijas. Irónicamente, sí tienden las personas con TOC a contagiarse de otras obsesiones, y sus miedos están bien fundamentados, pero lamentablemente se trata de una profecía autocumplida. Es el miedo a contagiarse de una nueva obsesión lo que los contagia, pues el hecho de no querer pensar en miedos nuevos, hace que cuando los escuchen, no dejen de pensar en ellos por el hecho de mucho si están en sus mentes, como que se estén ocupando de ellos al tratar de alejarlos.

Complejización

Cuando las personas con TOC pasan muchos años obsesionados con un tema, llevan mucho tiempo analizando y cuestionando sus obsesiones. Cada tiempo dedicado a esa idea crea conexiones más fuertes en la mente. Cada vez que le dedican tiempo a su vez crean más asociaciones con otras ideas. Cada vez que intentan analizarlo, usan su propia creatividad para poder hacerlo, inventando inconscientemente más ideas que la definen, pero que a la vez solo la complejizan más y más. Al final lo que ocurre es que cuanto más tiempo pasa, la idea es cada vez más compleja, difícil de olvidar, más fija, más probable de ser relacionada con otros asuntos asociados, más frecuentemente recordada, etc. Al final esto causa más desesperación, y mayor necesidad de control.

Efectos agravantes de terapias alternativas

Efectos adversos de las soluciones a corto plazo

Cada vez que un paciente en su intento por recibir ayuda, busca terapias rápidas que le brinden un alivio a corto plazo, está haciendo una compulsión. Esto al final lo que hará que es que como hemos visto antes, aumente la ansiedad y las probabilidades de continuar pensando en sus obsesiones, debido a que estas acciones están dirigidas hacia sus obsesiones, manteniéndolas fijas en la mente. Cada vez que van a terapias alternativas, esperan que la ansiedad desaparezca y sus pensamientos nunca más vuelvan, y así puedan recién ahí continuar con sus vidas. Pero es imposible que olviden sus pensamientos, pues para que puedan saber “si se han olvidado de X”, necesitan primero saber “que es X”, por lo que siempre perderán esa batalla que intentan pelear. Al final, todas esas terapias alternativas como reiki, meditación, medicación, yoga, mindfulness, flores de Bach, homeopatía, hipnosis, etc. son terapias ineficientes que no atacan la raíz del problema, las creencias mal-adaptativas, la percepción de vulnerabilidad, intolerancia, control y credibilidad, y las conductas compulsivas. Mientras esos temas no sean resueltos, la persona seguirá ideando nuevas formas de amenazas, se seguirá sintiendo intolerante y volverá a compulsionar a futuro. Estas terapias no hacen más que en ocasiones empeorar los síntomas, porque el paciente acude a ellas con la idea de prevenir sus miedos y ansiedad, haciendo que este piense en ellas aún más, y su intento de prevenirlas les dé aun más ansiedad. Cuando la persona con TOC se dé cuenta que estas terapias no funcionen, entrará en juego la desesperación y aumente su necesidad de control.

Terapia con psicólogos inexpertos

Es muy común que las personas crean que los psicólogos al salir de la universidad están capacitados para atender a cualquier paciente con trastorno de salud mental. Esto no podría estar más lejos de la realidad. De hecho, se considera poco ético entre profesionales psicólogos aceptar pacientes con enfermedades de las cuales uno no esté capacitado para tratar. Lo anterior lamentablemente no siempre es cumplido por todos los psicólogos, y muchos aceptan a pacientes cuyos trastornos se escapan de su conocimiento, creyendo que ellos pueden saber cómo ayudarlos mejor, a pesar de no haberse especializado ni adquirido la suficiente experiencia con los años. Aunque incluso un psicólogo crea que puede recibir a un paciente con TOC, muchos creen estar formados en la escuela correcta de pensamiento de modo de poder ayudarles. Sucede que en psicología existen una variedad de corrientes de pensamiento y formas de abordar la salud mental. Muchas de ellas caen en pseudo- ciencia, aunque otras están más fuertemente respaldadas por evidencia científica. No obstante, la única escuela que ha demostrado eficiencia a través de pruebas científicas en el tratamiento del TOC es la Cognitiva Conductual. Pero estar capacitado y especializarse en esta corriente de pensamiento no es suficiente. El TOC es un trastorno muy incomprendido entre la mayoría de personas y profesionales. Para poder entender el TOC, se requiere no solo capacitación en la terapia cognitivo conductual, sino una especialización enfocada en el TOC y una experiencia de varios años atendiendo variados casos. El problema con lo anterior es que muy pocos profesionales alcanzan ese nivel de capacitación, y las personas enfermas o sus familiares, llevan a sus hijos en desesperación a terapeutas que no están capacitados ni en la escuela correcta, ni han adquirido la especialización o experiencia necesaria atendiendo exclusivamente el TOC. De hecho, creen que cualquier psicólogo puede atenderles y acuden al primero que encuentran o que sea recomendado. También, creen falsamente que es preferible una atención presencial en una consulta física, que una sesión a distancia con alguien especializado, a pesar de que la terapia es una del habla, y no existe mayor diferencia alguna. Sucede entonces que al atenderse con psicólogos o psiquiatras inexpertos, estos mantengan o empeoren sus síntomas obsesivos, producto de una intervención que poco entiende lo que sucede dentro de la mente del paciente, y que entrega consejos contraproducentes al paciente que terminan por agravar sus obsesiones. Muchos terapeutas por ejemplo piden al paciente practicar meditación, pero esto hace que la persona haga esta acción con finalidad de aliviarse, haciendo de esta una compulsión. Además mantiene la expectativa inalcanzable de olvidarse de todos sus miedos. Otro ejemplo es que le piden al paciente reemplazar pensamientos malos por bueno, haciendo que el paciente haga otra compulsión más, y asocie erróneamente que el problema que tiene son el contenido de sus pensamientos, cuando solo es la conducta. Y así como existen estos dos ejemplos, existen infinitos más. Lo normal es que las personas enfermas pasen de terapia en terapia, algunas alternativas, otros psicólogo o psiquiatras, etc. todo esto durante varios años antes que puedan encontrar una persona verdaderamente capacitada para ayudarles. Sucede para entonces que pierdan la confianza en las terapias, sobre todo en los psicólogos, y cuando al final hayan encontrado al terapeuta correcto, desconfíen de la efectividad de lo que se les está enseñando y pidiendo que hagan, por lo que resulta aún más difícil que se recuperen bajo su negativa de hacer lo necesario, sobre todo porque lo que se le va a pedir resultará sumamente angustiante y estresante de afrontar. Finalmente, todos estos factores influyen en que el TOC se mantenga durante los años y empeore, debido a la falta de intervención correcta por un profesional.

Expectativas inalcanzables

Las personas con TOC al pasar los años comienzan a ver como sus vidas se han arruinado producto de sus síntomas y compulsiones. Erróneamente echan la culpa de sus males a sus pensamientos y sensaciones internas, cuando el verdadero problema es la conducta que tienen frente a ellos debido a sus creencias mal-adaptativas. Al pasar los años, sus expectativas de curarse se reducen a dejar de tener pensamientos intrusivos, nunca sentirse mal, no sentir nunca más ni ansiedad ni ninguna incomodidad. Todo lo anterior hace que el trastorno se perpetue por siempre, pues cuanto menos quieran pensar en pensamientos intrusivos, más se acordarán de ellos, cuanto menos sensaciones o incomodidades quieran, más control querrán establecer sobre ellos, y paradójicamente es esa forma de control las que causan esas incomodidades, también, cuanto menos ansiedad quieran, más huirán de ellas, y recordemos que la ansiedad aparece cuando queremos huir de una amenaza, incluso si esa amenaza es la ansiedad misma. Todo lo anterior hace que estas metas sean totalmente inalcanzables, y cada vez que asistan a terapia, ya sea la correcta o la incorrecta, sus expectativas inalcanzables lo priven de poder alcanzar la recuperación. Es deber del terapeuta modificar estas expectativas al ingreso de la terapia, de modo que entienda que no es posible de alcanzar ninguna de ellas, y que su verdadero problema no son ni los pensamientos ni las sensaciones o ansiedades, si no solo sus compulsiones. Es la conducta que tienen en respuesta a los síntomas que alimenta cada uno de sus miedos a querer evitar, y que es posible vivir una vida normal como cualquier persona, si uno simplemente cambia la conducta y las creencias mal- adaptativas que la fomentan.

En conclusión, las personas con TOC empeoran sus síntomas a lo largo de los años debido a que las mismas conductas compulsivas que realizan, refuerzan todas las convicciones que los hacen compulsionar en primer lugar, y crean un estilo de vida dañino que los hace verse sobrepasados de un sufrimiento que los vuelve aún más intolerantes y propensos a obsesionarse con otros asuntos.